21.04.2021

Tres de cada cuatro adolescentes con dolor crónico seguirán padeciéndolo de adultos si no se tratan

  • La incidencia de dolor crónico pediátrico en España –y en el mundo desarrollado– oscila entre el 20 y el 35% en niños y adolescentes
  • La Jornada ha abordado, entre otras problemáticas, el dolor cronico postquirúrgico infantil, con la ponencia del Dr. Pablo Ingelmo, director del Centro interdisciplinar de dolor complejo pediátrico ‘Familia Edwards’ del Montreal Children’s Hospital de Canadá
  • Hasta 20% de los pacientes pediátricos padecen dolor de 6 a 12 meses después haberse sometido a una operación

El estudio y tratamiento del dolor infantil supone un desafío para los profesionales sanitarios implicados. A la dificultad para valorar el dolor en los pacientes más pequeños, se unen las consecuencias que puede tener para la vida adulta y que se traducen en futuras discapacidades. Para mejorar el diagnóstico y tratamiento del dolor infantil es necesario reconocer esta problemática e involucrar a profesionales sanitarios de diferentes especialidades. Así ha quedado patente durante la 5ª Jornada Nacional sobre Dolor Infantil que se ha celebrado de forma virtual.

La jornada ha sido coordinada por el Dr. Jordi Miró, director de la Cátedra de Dolor Infantil de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) y coordinador de la Red Española de Investigación en Dolor Infantil (REDIN), y el Dr. Francisco Reinoso-Barbero, jefe de Servicio de Anestesiología-Reanimación Infantil del Hospital Universitario La Paz (Madrid). Dicha jornada ha estado dirigida al personal sanitario implicado en el tratamiento del dolor infantil. La sesión ha contado con destacadas intervenciones, como la del Dr. Pablo Ingelmo, director del Centro interdisciplinar de dolor complejo pediátrico ‘Familia Edwards’ del Montreal Children’s Hospital de Canadá, que se ha centrado en los ‘avances en el tratamiento del dolor crónico postquirúrgico infantil’.

“El dolor crónico postquirúrgico es la complicación más frecuente en muchas especialidades quirúrgicas de niños y adolescentes”, ha explicado el Dr. Ingelmo, quien ha señalado que la prevalencia entre seis y doce meses después de la cirugía es “entre 10 y 20% entre los pacientes pediátricos”, y en aproximadamente la mitad de los casos este dolor afecta negativamente a la salud de los pacientes.

A la hora de combatir este problema en los menores, el especialista ha destacado que el paso más importante ha sido el reciente reconocimiento del dolor crónico postquirúrgico como una entidad clínica. “Fue incluido recientemente en 2019 como parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades como resultado de una colaboración entre la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, ha explicado. De este reconocimiento se ha derivado, según ha proseguido, una mejora en la prevención, al poderse detectar los pacientes de riesgo y establecer programas de diagnóstico temprano para prevenir la invalidez asociada al dolor. “Asimismo, gracias a ello, se han generado nuevos modelos de investigación básica, traslacional y clínica para dar soluciones a los pacientes”, ha concluido.

En el caso concreto del dolor infantil postquirúrgico, el Dr. Ingelmo habla de que el primer paso debe ser reconocer que es un problema muy frecuente y serio. “La incidencia de dolor crónico pediátrico en España y en el mundo desarrollado varía entre el 20 y el 35% en niños y adolescentes”, ha señalado. “Las consecuencias a largo plazo de sufrir dolor crónico en la infancia y la adolescencia incluyen discapacidad funcional, calidad de vida, aislamiento social, deterioro académico definido por ausencias frecuentes a la escuela y disminución del éxito académico, deterioro del rendimiento deportivo, y resultados psicológicos adversos, como depresión significativa, ansiedad y alteraciones del sueño”, ha detallado el especialista, quien ha incidido en la idea del alto coste que tienen para la sociedad las futuras discapacidades que se generen de estas situaciones.

El Dr. Ingelmo ha abordado en su intervención el dolor infantil, que se divide en agudo –postoperatorio, o postraumático, asociado a un evento agudo–, y en dolor crónico o recurrente que es aquel que dura más de tres meses. Sobre este último se ha extendido especialmente. En cuanto a su etiología el dolor crónico puede ser primario o secundario. “Los dolores primarios en general no tienen una causa bien definida y son más difíciles de tratar. Algunos de ellos son el dolor abdominal funcional, las cefaleas, la fibromialgia o los dolores musculares de origen idiopático. El dolor crónico secundario se asocia a una enfermedad –cáncer, artritis, neuropatía toxica, etc.– y su tratamiento incluye la prevención y el tratamiento de la enfermedad y de sus consecuencias.

Adolescentes con dolor crónico, adultos con dolor crónico

“Se ha estimado que entre la mitad y tres cuartos de los adolescentes con dolor crónico se convertirán en adultos con dolor crónico si no se tratan”, ha destacado el especialista, quien ha incidido en la importancia de formar pediatras y médicos de familia para que reconozcan, prevengan y traten los casos más simples de dolor infantil, reservando la derivación para casos más complejos.

“En general, los equipos dedicados al dolor crónico infantil incluyen pediatras, anestesistas, neurólogos, oncólogos, especialistas en cuidados paliativos y médicos de familia como líderes de equipo. Los equipos multidisciplinares también incluyen farmacólogos, enfermeras, fisioterapeutas, psicólogos, trabajadores sociales, maestros y profesionales de las terapias ocupacionales complementarias”, explica el doctor Ingelmo, quien precisa que todo el equipo de salud está en contacto diario con el dolor crónico infantil de una u otra manera, “aunque no lo sepa”.

Fundación Grünenthal

La Fundación Grünenthal nació en el año 2000 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes con dolor, lo que queda patente en cada paso que da y en cada iniciativa en la que participa. Bajo esta premisa, sus actividades se sustentan en el desarrollo de iniciativas relacionadas con la investigación, la formación y la divulgación científica y social, para mitigar las repercusiones del sufrimiento y del deterioro en la calidad de vida de los pacientes que padecen dolor.

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